martes, 29 de enero de 2013

Hoy aún me dueles

Hoy me dueles tanto, como ayer, como siempre... eres el recuerdo más doloroso que tengo y no es culpa tuya.

Ya han pasado casi 3 años desde que mandé a la mierda lo mejor que me ha pasado en la vida (sentimentalmente hablando), contigo todo fue casi perfecto, dime qué me pasó, que nos pasó?

Eres ese pasado que no puedo (y no quiero) dejar. Lo he pensado y he analizado más veces de las que te imaginas, la única conclusión a la que llegué sin duda alguna es que nunca te dejé de amar.

Cuando te dejé ir fue porque pensé que no funcionaría como en nuestra primera etapa, que superamos cuando te busqué, regresé a Trujillo sólo por ti; odiaba mi carrera, no me gustaba el hecho de seguir en esa ciudad sin un buen motivo, tú fuiste ese motivo por el que aguanté un año más lejos de casa, lejos de mi familia. Me escribiste sí y yo siempre quedaba en silencio, no sabía cómo actuar, al fin y al cabo era (sigo siendo) una inmadura, ¿cómo decirte que te amaba pero deberíamos continuar nuestras vidas cada quien por su lado?... gran contradicción, ¿no? te dejo pero te amo

Llegó el día en que no pude evitarte más, un sábado 13 de febrero del 2010, había comenzado a trabajar y me llamaste, estabas en Chimbote y teníamos que hablar; te evité todo lo posible pero no podía más, fui la peor persona del mundo ese día. Me esperaste por más de 4 horas para al final romperte el corazón, nunca me perdonaré eso y más el hecho de no haber podido tener ese último beso que me pediste; sólo me queda el mal recuerdo de tus ojos (los que tanto amaba) empañados en lágrimas, lo único que pude hacer es subirme en aquel auto verde y llorar, llorar sola por estúpida.

Desde aquel día en adelante solo te llamaba cuando estaba pasada de copas, solo así tenía la valentía de poder escuchar tu voz y desearte que fueras feliz, que ya encontrarías a alguien mejor que yo. Ahora mírame llorando porque al parecer ese alguien llegó.
Te volví a ver después de casi un año un viernes 7 de enero del 2011, ya sin trabajo acepté la invitación de amigos de viajar a Trujillo, entre ellos alguien con quien comenzaba a salir en realidad sin nada formal, y casualidades de la vida te vi, promediaba las 2 de la tarde frente a la segunda puerta de la UNT, te vi y sentí miedo, miedo de abrazarte y no soltarte más, tuve miedo de que me ignoraras completamente pero no fue así. Recuerdo tu bermuda verde, tu polo negro y se te notaba algo cansado, me comentaste que te ibas a ver un trabajo y subiste en aquel micro que creo era El Cortijo. Aquel día removiste más que nunca todos los sentimientos que aún tenía por ti, tanto que ese alguien con quien salía lo notó, pero de eso no se trata lo que te quiero decir así que lo obviaremos.

Ha pasado el tiempo, años en realidad y me pregunto si en verdad fui yo la mala en nuestra historia, pues dicen que al malo siempre le es más fácil ser feliz de nuevo.

En el transcurso de estos 3 años siempre esperé una llamada o mensaje que dijera que me extrañabas y entender que me quisiste, de repente poco o mucho, pero algo; y hasta ahora nada. Me merecía tu indiferencia y lo entiendo totalmente pero te juro y  te aseguro que si siquiera una señal hubiese tenido de que me querías aunque sea un poquitito hubiese dejado todo nuevamente aquí y corrido hasta ti para no soltarte más. Necesitaba solamente una señal, que te quitaras el orgullo de encima solo un ratito y luchar un poco más como yo lo hice tantas veces en nuestros primeros meses. Al final como se dice por ahí, no estábamos destinados.

Me olvidaba comentarte que en mi casa aún hay ocasiones en las que te recuerdan y me reprochan lo mal que actúe y hasta siento que te quieren más que a mi (en ocasiones).
Hoy casi no recuerdo el sonido de tu voz, y no sé si es malo o bueno; pero lo único que me jode en realidad es que cuando estoy despierta si no estoy concentrada en mi trabajo me la paso pensando en ti, y hasta en ocasiones te sueño.

Ahora estás triunfando, estás consiguiendo lo que esperabas pero cuando hayas triunfado en todo recuerda que una vez fuiste feliz con casi nada, que éramos felices compartiendo una caminata en la noche, viendo una película en ese televisor de 14 pulgadas y comiendo entre los dos un Sublime. Todo eso ya cambió para ti, ahora tu felicidad cuesta más... Pero recuerda que una vez fuiste feliz con casi nada... Una vez fuiste feliz conmigo.